#268 SUMMER NIGHT DREAM #10


Parte X - Estanques y Huracanes

Una vida normal. Muy normal... Estancada. Como esos lagos japoneses, que a pesar de estar llenos de peces tienen el agua clara y calma, como un espejo que casi no distorsiona las imágenes que se reflejan en su interior. Amigos, escuela, familia, salir, llorar, reír, jugar, gritar, una película, un beso, el sofá, la cama, la tele, internet, música, baile, té, pizza, con amigos. Y vuelta a empezar.

La rutina a pesar de no ser igual sigue siendo rutina, todo el mundo lo sabe, te levantas, te vistes, desayunas, sales, haces lo que debes hacer, luego terminas y optas o bien por irte a casa o por hacer algo con amigos. A veces solo llegas para dormir, otras veces incluso te desvelas para poder hablar con alguien lejano. A veces apetece más una película con palomitas en vez de salir a dar una vuelta en una tarde fría. Quizá invitas un amigo, o dos, o quizá tres. Nunca más de tres, ni siquiera a dos cuando es entre semana.

Haces deberes, escuchas siempre la misma música (y eso que te empeñas en buscar cosas nuevas de vez en cuando, pero después de la primera vez, se vuelve de nuevo en la música de siempre), dibujas o lees, quizá tu mascota te enseña algo nuevo, quizá no. ¿Una serie? ¿O quizá un curso por internet? Quién sabe, sólo tú.

No vamos a negarlo, la rutina es confortable, cómoda, llevadera. Pero también es sofocante, aburrida, áspera y a veces muy jodida. Tan jodida que darías cualquier cosa por romperla, por empezar de cero, por salir lejos a un lugar desconocido y de repente tener que construir tu propio camino.

Perdona, me ha entrado la risa...

No digo que sea malo salir de la rutina, viajar en busca de aventuras, tomar decisiones... pero es muchísimo más jodido que la rutina. Y lo irónico del caso, lo peor de todo, es que cuando al fin tomas las decisiones y te cansas de la aventura... Entras a otra rutina.

La rutina de pensar, de buscar, de frustrarte, de decidir, de ir de aquí para allá. El huracán en que se convierte salir de una rutina, tristemente es otra rutina. Pero en esta estás perdido, abandonado, sabe Dios qué es lo que quieres hacer después, a donde quieres llegar, como lo harás, con quiénes pisarás el escalón de la meta, si caerás en el camino, si podrás levantarte, si estarás rodeado de amigos, de desconocidos, o completamente solo... Te levantas cada mañana y buscas y rebuscas a tu alrededor qué es aquello que falta, qué es lo que sobra, qué harás hoy y quién sabe qué harás mañana...

Das vueltas, como una peonza, rápido encuentras cincuenta oportunidades y cuando tomas una resulta no ser lo que esperabas, y entonces buscas la otra, pero ya es tarde. Pero no, espera, una nueva surge, pero no sabes cuándo se realizará. Sigues agazapado en la maleza, aburrido, esperando que la presa se presente frente a tus ojos, y no aparece nada, ni siquiera al horizonte cada vez que lo oteas de forma casi ansiosa.

Estás de lleno en el ojo de un huracán. Empapado hasta la médula, parece todo tan tranquilo, pero puedes verte perfectamente rodeado por el caos, por una enorme masa turbulenta y furiosa de decisiones, caminos, personas, oportunidades y problemas. Muchos problemas que hacen que parezca que tu cabeza estallará. Sientes como el huracán, sin hacerse siquiera más pequeño (que poco considerado), se mete en tu cabeza, con su furia, con su ímpetu, prepotente y burlesco. Entra a tu cerebrito y te lo hace pedazos, lo revuelve bien, lo vierte de nuevo en tu cráneo y lo hace parte de su naturaleza caótica.

Ahora tu mente es otro huracán. Y afuera está todo tan tranquilo. Como si nunca hubiese pasado siquiera una suave llovizna. Pero dentro late tu frustración, tu ansiedad, tus ganas de volver a la antigua rutina. Aquella que era aburrida pero segura, en la que por lo menos estabas acompañado, en la que tu mascota con sus tonterías o tus amigos con sus ocurrencias eran lo más extraño que te podía pasar.

Tranquilo, los huracanes sólo están de paso. Siempre están de paso. Dejan destrucción y cosas rotas, pero de ti depende reconstruírlo todo y que vuelva a brillar el sol sobre el estanque. Porque hay que apreciar las cosas como vienen. Los estanques son bonitos, y seguro que vienen huracanes, pero los huracanes permiten limpiar los estanques y convertirlos en algo mucho mejor. Dos rutinas que dan vueltas sobre sí mismas, vienen de la mano a pesar de ser opuestas, pero al mismo tiempo tan iguales.

Definitivamente los estanques y los huracanes son raros, pero eh, los dos se forman con agua, líquida e inconstante, tan serena como prepotente. Es inevitable.


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias hermanita~ esta clase de cosas se me ocurren pocas veces en la vida xD

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