#258 SUMMER NIGHT DREAM #3


Parte III - El Origen de Piscis

Nadaba a velocidades indescriptibles, dejándose llevar por las diferentes corrientes, avanzando aún más rápido que sus compañeros acuáticos, sintiendo el frescor del agua, boqueando el dulzor del río, acariciando las piedras pulidas del fondo, y calentandose con la luz proveniente del sol, tan lejano.

Un pez moteado de rojos, naranjas y negros, con escamas relucientes gracias a la luz filtrada, que despedían tornasoles hermosos y cegadores. Ojos brillantes que percibían una distorsión de la realidad que le encantaba. Sus aletas se movían frenéticamente en el agua, empujándola hacia atrás para ir cada vez más rápido a pesar de la ya considerable distancia que había recorrido.

No quería que aquello terminase nunca, y sin embargo quería algo más que solo nadar. Necesitaba mucha más libertad que aquella que el río le brindaba. Y rompió la superfície del agua con su cuerpo. Se elevó en el aire y respiró el aire, casi ahogándose. Por unos instantes observó lo que el agua siempre le había ocultado.

Inmensos árboles con follaje de todos los verdes posibles, algunos amarillos y, como el otoño estaba cerca, anaranjados casi tan vivos como los de sus escamas. Vio criaturas emplumadas sobrevolando el cielo y nubes, oh, preciosas nubes esponjosas. Pero vio algo más. En esa fugaz mirada, y antes de caer de nuevo al agua vio a otro pez. Los separaba algo de tierra, nadaban en ríos paralelos pero era imposible saltar de uno al otro sin miedo de quedarse atascados en el lodazal.

Cayó pues, boqueando fuertemente el agua para poder respirar, y se sonrió a sí mismo, pensando en su descubrimiento. Decidió volver a saltar al exterior para ver todo aquello de nuevo.

Lo volvió a ver, el pez en el otro lado, de tonos dorados, marrones y negros. Se miraron fijamente unos instantes y volvieron a caer. Por un segundo todo se había vuelto borroso y sólo estaban ellos. Sus destinos se habían enlazado, y sin saberlo, los dos pensaron lo mismo. Se encontrarían al final de ambos ríos, donde el mar era un punto en común.

Allí nadarían juntos, descubrirían que a pesar de ser completamente opuestos, no podrían separarse nunca más, se convertirían en uno solo, el uno para el otro. Y dedicarían cada segundo de su vida en demostrar que incluso los polos opuestos pueden unirse formando algo sin igual.

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2 comentarios:

  1. Desde que leí la intro quede atrapado en el hilo de la historia. Escuchando e imaginando cada detalle descrito!
    Esta más que genial.

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